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Avatares. Fundación Segundo y Santiago Montes, Valladolid 2012.
Casa de las Culturas Bembibre, León 2012.

Papel, agujas, lápices, telas  y objetos se encuentran, dialogan, enredan y disfrazan, construyendo las múltiples imágenes que definen el universo creativo de Virginia Calvo.
Su obra desvela su personalidad inquieta, creativa, profundamente generosa y comprometida con lo femenino. Madre, hija, compañera, amiga, pero sobre todo artista, son parte de los roles que ella ha sabido conjugar a lo largo de su trayectoria, dando muestra de cómo el arte más que una práctica, es como ella misma explica “una forma de vida”, y  en su caso  esas facetas se combinan perfectamente para enfrentarse a esa realidad diaria.
Son muchas las dimensiones conceptuales y plásticas que aborda en su trabajo artístico, prueba de ello son la diversidad de soportes que lo configuran, desde el grabado y la pintura a la escultura e instalación. En todos ellos propone una vuelta a la imaginación, la intimidad del objeto y la naturaleza desde un discurso plenamente poético.
Avatares recoge la parte más íntima de su trabajo incidiendo en el origen de su obra: el dibujo, donde todo nace y se gesta. Es ahí desde lo más frágil y sencillo, el papel, de donde parten estas series. En ellas los diferentes materiales rompen, esculpen y manchan su superficie configurando un mundo de particular belleza.
Virginia adopta la costura y el textil como parte de su lenguaje y nos muestra todo su potencial expresivo. Para ella coser es una práctica cercana, como leer y escribir, que hunde sus raíces en su infancia, en sus recuerdos  de pespuntes y puntadas entre los que se debatían  mujeres que son y han sido importantes en su vida , su abuela, madre, tías o vecinas. Sin embargo ella da un paso más,  dota a estas tareas de nuevas lecturas y significados expresando con tela e hilo lo que otros hacen con pintura. De la misma forma que la línea de un lápiz es similar a la línea que deja un hilo al ser cosido, el acto de unir piezas cosiéndolas tiene una relación con el proceso de pintar, en ambas actuaciones modifican el material, la forma y el color como si de una nueva piel se tratara.
Consigue de esta forma traspasar fronteras entre lo doméstico y lo público, entre lo artístico y lo artesanal. Nos invita a trascender lo visible, lo evidente, con obras teñidas de emoción y fragilidad que nos proponen caminar, como si una de sus espirales se tratara, hacia el interior, hacia nuestra esencia más pura, aquello que nos conecta con la naturaleza, los sueños y la fantasía. 

Estela Rojo

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