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​​Camino de ida y vuelta

La mirada de Virginia es la mirada de una mujer que aun estando despierta es capaz de asomarse al interior onírico que reside en ella. Podría decirse que es la mirada de una poeta. Poeta, de ese gremio que el admirado Jorge Luis Borges definió como los que ejercen el oficio de cambiar en palabras su vida. Virginia Calvo siempre va más allá de las palabras. En su interpretación creadora, esta artista de utopías, otorga argumentos poéticos a su obra multidisciplinar. Argumentos que surgen del interior de su alma femenina y que se agrandan hasta transformarse en la fuerza espiritual que grita al mundo su propia corporalidad (tan necesaria para el contacto con el entorno), y que le permite descubrir a un tiempo su yo y el mundo que la rodea. Virginia crea con mirada de poeta, aquella que contempla y crea para comprender. Cuando obra el prodigio de la creación pone en marcha todas sus facultades: sensibilidad, afectividad, memoria, fantasía creadora, intuición simbólica, intelección, reflexión… Una puesta en valor de todo su mundo. Un mundo de formas y valores sensibles. Un mundo, que a la mirada de la artista, es siempre algo nuevo, un hoy virgen y bello, como decía Stéphane Mallarmé. Pero no debemos caer en la simplificación y otorgar una interpretación enteramente idílica a la expresión poética en la obra de Virginia Calvo. No vayamos a creer que estamos ante la expresión de un bucolismo exacerbado; porque la obra de la artista es, ante todo, una poesía social, en toda su extensión. Es un asomo constante de rebeldía, el reflejo que observamos en su rostro sereno e irónico, donde descuella la dignidad de una mujer comprometida en la denuncia de la realidad que nos rodea para concienciar al mundo de la injusticia social. Se vale, la artista, del mundo de los sueños, de la mitología, de los cuentos y del mundo de la mujer como fuentes de inspiración para su trabajo; todo ello hilvanado o por separado, pero con esa característica dulzura poética en su lenguaje expresivo, que le permite descubrir nuevas realidades, construir el conocimiento, desarrollar lo estético y teórico, desvelar la verdad y plantear o replantear reflexiones, acciones y la transformación de la desigualdad social. El camino de Virginia Calvo es siempre un camino de ida y vuelta, que nunca tiene fin: añora la riqueza del viaje originario, y va del laberinto primigenio al intento de dar y descubrir sentido, y vuelve a él una y otra vez, como sus imperecederas espirales.

 
Nicanor García Ordiz

Hay muchos que piensan que estamos solos en este mundo. Que los seres de fantasía viven tan sólo en nuestra imaginación, que son quimeras fruto de los delirios de un loco. Y hay otros que saben que eso no es cierto.

Ella es una de esos afortunados. Las hadas la visitaron de pequeña y le susurraron al oído mientras dormía. Le contaron historias de lugares lejanos que nadie ha pisado jamás, le hablaron de seres extraños que habitan los sueños de quienes aún no han perdido la esperanza. Y le regalaron su magia, tal vez de forma inconsciente. Ni ellas mismas saben lo que sucedió con exactitud.

Pero esa magia no se perdió entre las nieblas de la ilusión. Porque ella, aunque no era del todo consciente del don que le había sido otorgado, sabía cómo utilizarlo. Ese regalo dio alas a sus pinceles, a sus pinturas, a sus lápices de colores, que se deslizaban sobre las hojas de papel siguiendo un sendero que conocían aunque lo recorrieran por primera vez. Y todos los seres, los árboles de los bosques mágicos, las propias hadas quedaron reflejados en ellas. Logró hacer un retrato de todo lo que había visto en sus viajes por el mundo de los sueños y se lo hizo llegar a muchos de esos desafortunados que dudaban de su existencia. Consiguió que sus ojos se iluminaran, y que creyeran en las cosas que hay más allá de lo real.

Desde entonces, no ha abandonado sus armas, y sigue luchando para que la fantasía sobreviva en nuestro mundo. Y, por supuesto, ella no ha dejado de creer. Tal vez eso sea lo más importante.

 
Laura Calvo
 
Sentimiento collage

"...No es posible percibir la realidad sin subjetivarla, del mismo modo que tampoco lo es imaginar sin el condicionamiento de la realidad. Y en este sentido ambas categorías resultan en la práctica un conglomerado inseparable.
Para Virginia Calvo esta evidencia no es problemática, muy al contrario, le resulta gratificante, lo que se manifiesta en un discurso plástico donde los seres procedentes de uno y otro mundo conviven con normalidad configurando un único universo. En efecto, las hadas se mezclan con las figuras humanas, estas últimas se metamorfosean en formas vegetales y viceversa.
Pero una vez más el resultado formal vuelve a ser la encarnación de una actitud, de un valor, de una postura. Ahora de esa percepción ambiental múltiple, en la que lo real y lo imaginario conviven en un mismo territorio, es la encarnación de un porte pasional, de un sentimiento collage; los sueños se encarnan en formas, las expresiones estereotipadas conviven con las certezas, y los deseos con la evidencia de lo cotidiano.

La delicadeza ejecutoria de sus formas tejidas sirven a la perfección a esa imagen afable que la autor la posee de la existencia, pero sobre todo se constituyen en metáforas del dicurrir vital mismo...​

De ahí que lo verdaderamente significativo sea el pálpito sentimental del sujeto marcado por la orientación de su sensibilidad.

El discurso de Virginia Calvo se inserta por una parte en la tradiciónde la representación simbólica, mientras que su ejecución adopta una de las vías propias del arte de género, como es la confección textil. Ella es en cualquier caso una terapéuta que sutura, una tejedora que confecciona sus paños con trozos de vida y los traslada de una forma literal a sus telas -siempre con un concienzudo parcheamiento- que de este modo se convierten en exquisitos collages. Pero una vez más el resultado formal vuelve a ser la encarnación de una actitud, de un valor, de una postura. Ahora de esa percepción ambiental múltiple, en la que lo real y lo imaginario conviven en un mismo territorio. Encarnación de un porte pasional, de un sentimiento collage.”

 
Javier Hernando Carrasco

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