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Almario. Sala de exposiciones del Arco de Santa María de Burgos. 2016
 

Almario. Lugar donde reside el alma.

 

Cuaderno de Otoño 2015. Cerré la puerta y supe que sería la última vez. Me apunté y registré en lo más hondo aquellas cosas que se habían quedado a medias y que el deseo por ser terminadas me apremiaría en algún momento incierto, de eso estaba segura, me conozco y sé de mis desvelos e inquietudes cuando la noche se vuelve más oscura y todo te regresa de vuelta contra el olvido.

Y como el viento no llegó y los espejos se habían dado la vuelta, se quedó una sensación de espera e incertidumbre en el aire. No logré mirar detenidamente, ni volver la vista atrás, los segundos volaban en una danza frenética y un camino nuevo comenzaba para mí, después de tantos años viviendo y creciendo en esta ciudad, en la que a veces el frío te hiela el alma y la vida destila historia en cada esquina.

El vértigo del balance cerró todas las cajas, embalando en ellas cientos de ideas transformadas en dibujos, proyectos encerrados en cuadernos y sueños cumplidos en fotografías que no hacen dudar a la memoria. El reconocimiento de la mirada a todo lo vivido y trabajado se quedó latente en el armario a la espera del momento preciso para poder ser ordenado y percibido en la distancia correcta …

Pero todo llega y te alcanza si sabes dar tiempo al tiempo, y si crees que todo es como un viaje de ida y vuelta, como una espiral eterna. Y de este modo Almario ha llegado a mí en la hora en que las formas en la cocina y el pasillo se vuelven oscuras y las voces florecen a mi alrededor distrayendo el sueño; en el momento en que la cita es real y hay que ponerse alerta desnudando de nuevo el alma, y susurrando a solas y en silencio el viejo tango… sentir que es un soplo la vida, que 20 años no es nada… que febril la mirada…

Me ha tocado despertar el sentido para asomarme hacia la parte más íntima de mi trabajo desarrollado durante mi vida en Burgos a lo largo de casi 20 años, en el que agujas y lapiceros se han deslizado por miles de papeles y telas dando forma a dibujos y collages mediante puntadas, trazos, papeles, objetos, palabras… Y que son el origen y arranque de toda mi obra, de la que habla así alguien que me conoce incluso mejor que yo misma, mi hija Laura:

“Hay muchos que piensan que estamos solos en este mundo. Que los seres de fantasía viven tan sólo en nuestra imaginación, que son quimeras fruto de los delirios de un loco. Y hay otros que saben que eso no es cierto. Ella es una de esos afortunados. Las hadas la visitaron de pequeña y le susurraron al oído mientras dormía. Le contaron historias de lugares lejanos que nadie ha pisado jamás, le hablaron de seres extraños que habitan los sueños de quienes aún no han perdido la esperanza. Y le regalaron su magia, tal vez de forma inconsciente. Ni ellas mismas saben lo que sucedió con exactitud.

Pero esa magia no se perdió entre las nieblas de la ilusión. Porque ella, aunque no era del todo consciente del don que le había sido otorgado, sabía cómo utilizarlo. Ese regalo dio alas a sus pinceles, a sus pinturas, a sus lápices de colores, que se deslizaban sobre las hojas de papel siguiendo un sendero que conocían, aunque lo recorrieran por primera vez. Y todos los seres, los árboles de los bosques mágicos, las propias hadas quedaron reflejados en ellas. Logró hacer un retrato de todo lo que había visto en sus viajes por el mundo de los sueños y se lo hizo llegar a muchos de esos desafortunados que dudaban de su existencia. Consiguió que sus ojos se iluminaran, y que creyeran en las cosas que hay más allá de lo real.

Desde entonces, no ha abandonado sus armas, y sigue luchando para que la fantasía sobreviva en nuestro mundo. Y, por supuesto, ella no ha dejado de creer. Tal vez eso sea lo más importante.”

La nostalgia me ha saludado con una gran sonrisa en este encuentro propiciado por Almario, en el que desfilan ante mí momentos, olores, amigos, vivencias, lugares, sonidos, personas, recuerdos… Y mi sentimiento es de profunda gratitud hacia esta gran ciudad, hacia el tiempo pasado y vivido y hacia todas las personas y amigos que hicieron junto a mí que esta parte del camino de mi vida sea inolvidable y me acompañe siempre. ¡Nos vemos de nuevo en Burgos! Virginia.

 

 

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